Hoy vuelvo a Kanganahalli y me traigo a Edu conmigo…Justo coincidía que tenía el día libre y no se me ocurrió un plan mejor que se viniera conmigo…Me hacía una ilusión enorme que pudiera conocer el pueblito, el cole y a todos esos niños a los que ya quería muchísimo.
Iba con inmensas ganas, como todos los días, pero además con un run run en la cabeza…Edu tenía una oferta de otro equipo en otro país y era muy posible que nos fuéramos…La cosa se iba a decidir en los próximos días y como siempre en el futbol eso significaba tener que irte de un día para otro y sin tiempo para despedirse en condiciones o para hacerse a la idea de que te vas. Yo al menos no sé si estaba preparada… Así que fue un día lleno de emociones: las ganas de estar con ellos, de que Edu los conociera, de jugar y aprender, y de repente de pensar que quizá era mi último día allí…


Primero estuvimos con los más mayores, que ya con un inglés más que decente le hicieron a Edu muchas preguntas y nos reímos mucho.Estaban encantados de que Edu hubiera venido, una cara nueva siempre es bienvenida!




Después fuimos con los medianos donde menos alumnos hay y donde más calmadito está todo a dar una clase y jugar un rato. ¡Lo pasamos muy bien y se portaron genial!



Por último, fuimos con los más pequeñitos y traviesos a pintar y jugar un rato. ¡Alegría inmensa cuando entramos!







Cuando terminamos de pintar, les dijimos de hacer dos filas para repartirles los globos. Les encantan, estaban entusiasmados! Les pedimos que cerraran los ojos y eligieran un globo…así era más divertido y no peleaban por el color que querían…






Las cocineras nos ofrecieron quedarnos a comer…pero al no tener Internet (estamos en medio de la nada…) y Edu esperar esos días llamadas importantes no nos daba tiempo a quedarnos… Así que con lágrimas en los ojos por la posibilidad de ser mi último día, muy emocionada les conté que no era seguro pero que quizá nos íbamos a vivir a China…Que por si acaso quería despedirme…
Y efectivamente esa fue la última vez que estuve en Kanganahalli. Las palabras no alcanzan a describir la increíble experiencia de voluntariado que pude vivir con ese pueblo, con esas gentes y con esos niños. No fue solo un voluntariado, no fueron solo 4 meses intensos en los que aprendí a valorar de verdad y con consciencia plena todo lo que tenemos; fue un gran reto a nivel personal, a nivel cultural, a nivel emocional…
Fue una experiencia de vida que me cambió para siempre, que me tocó por dentro, me removió y transformó… Pequeños, no os imagináis lo que os voy a echar de menos… pero prometo que volveré, volveré pronto…
El «viaje» por el mundo y por la vida proporciona muchas veces ese toque agridulce. Pero lo importante es como llena tu corazón porque lo que acabas recordando tiene un regusto siempre dulce y gratificante.
Que hermoso es que nos proporciones poder compartirlo.
Me gustaMe gusta